
Una vida dedicada a la aviación. Dosis de ingenio, destreza de maestro. Jaime Roura Font, catalán de nacimiento pero grancanario de adopción desde 1974, lleva más de medio siglo rodeado de maquetas y altos vuelos. Su pasión por el aeromodelismo, que comenzó desde que era un niño, se ha visto reconocida con importantes premios a nivel nacional, el último logrado hace unas semanas en el Campeonato de España de Fórmulas Nacionales celebrado en Barcelona. Un aeromodelo llamado Chimbo, fabricado a medias con un amigo cuando tenía apenas 12 años, y un P-40 a gomas que "sólo volaba si lo tirabas desde un octavo piso", se convirtieron en sus primeras obras de arte. A sus 70 años es el artífice de la reproducción del Bleriot XI, expuesto en el Museo Elder con motivo del Centenario de la Aviación en Cana-rias, que quedará exhibido para la posteridad.
Una reproducción exacta. Un año de trabajo para construir la que considera "su mejor" réplica. A escala 1/4, el Bleriot XI se convirtió, durante los meses de abril y mayo en la sala Viera y Clavijo del museo capitalino, en una joya codiciada. Roura se convirtió en el protagonista de revivir la historia aérea del primer aeroplano a motor, a manos del aviador francés Léonce Garnier, que sobrevoló, en 1913, el cielo de la isla de Gran Canaria.
Una creación que quedará expuesta para la eternidad en la instalación del parque de Santa Catalina después de que la Federación Canaria de Deportes Aéreos (Fecda) y la Organización del Centenario, a instancias de su comisión ejecutiva, decidieran entregarla a la galería para su conservación y exposición pública. Un hecho que el artista cataloga como "un gran orgullo".
El presidente de la Fecda, Alberto Parra, fue el encargado de señalar la figura de Roura para que éste demostrara, una vez más, su buen gusto por las maquetas. "Alberto se acercó a mí, me puso la mano por el hombro y me dijo que quería que hiciera algo con motivo del Centenario de la Aviación; obviamente, no me pude negar, aunque no estaba muy convencido de poder hacerlo", comenta el catalán. Una decisión acertada ante un encargo especial, pero ¿por qué cree que usted fue el elegido? "Porque soy el mejor", confiesa. Una maqueta que fue valorada en 6.000 euros.
El talento, que le viene desde muy pequeño a pesar de que "mi padre sólo me llevaba a pescar", viene escrito en su ADN, unas instrucciones genéticas que le vienen de su progenitor. "Él era carpintero y eso me hacía más fácil poder construir, aunque no me dejara utilizar sus herramientas", recuerda. Con cientos de aeromodelos y maquetas a sus espaldas, ahora dedica su tiempo a trasmitir a sus nietos, de 6 y 9 años, uno de sus amores. "Ellos van una vez al mes a la pista a volar, pero eso no es suficiente", admite. Con dos Flite streak, rayo volador, los pequeños de la familia comienzan a hacer sus primeros pinitos con los aeromodelos que les fabrica su abuelo Jaime. "Mi ilusión es que ellos sigan mis pasos", dice.
Roura, que forma parte del club RC Gran Canaria y Tamarán, y que, actualmente, es vocal de la Fecda tras haberse dedicado durante cuatro años a la comisión técnica, se coronó hace unas semanas con el Campeonato de España de Fórmulas Nacionales de Maquetas celebrado en Barcelona. Un bimotor B-25 Mitchell a escala 1/12 se convirtió en la pieza mejor valorada por los jueces nacionales. Un antiguo avión militar que volvió a cobrar vida de manos de Roura. "Decidí hacer este modelo porque buscaba llevar algo diferente a los típicos aeromodelos Skylark que fabrican los chinos", relata.
El aeromodelismo se ha convertido, desde hace 50 años, en una de sus razones de vivir. "Es un complemento a mi vida", señala. Aparte de dar rienda suelta a su ingenio, Roura también domina el arte de volar, un ejercicio cuyo fundamento es "tener mano" para dibujar figuras en el aire. "Todos los aviones que he fabricado los he volado, excepto el Bleriot XI porque era para exponer. Fabricar y poder volar los aviones es lo más bonito", manifiesta.
Un reto de futuro
Roura, que pretende tomarse un año sabático tras las cientos de horas dedicadas al Bleriot XI en una pequeña habitación de su domicilio, su rincón mágico, sueña con repetir un avión que terminó el 24 de septiembre de 1963, el RB-32 Dominator.
"Estoy documentándome y me gustaría volver a darle vida", señala. Los retos continúan y tras él, el arte de volar.
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